lunes, 27 de junio de 2011

Jaime celebra haciendo de disc jockey en una discoteca valenciana

A Jaime Alguersuari senior, padre sufridor, apasionado de su hijo y veterano de las carreras -es el promotor de las World Series- le costaba contener la emoción cuando vio que su hijo aguantaba la presión del alemán Adrian Sutil (Force India) en las últimas vueltas y conseguía meterse en los puntos. Había salido en el decimoctavo puesto de la parrilla y finalizó octavo, igual que en Canadá y sumando por segunda carrera consecutiva.
«Es la edad, está madurando»,
decía el cabeza de familia todavía impactado por su niño de 21 años.

La semana había sido dura, llena de rumores que le situaban fuera de la escudería si no llegaban los resultados.
«No estoy para callar bocas y sí para hacer mi trabajo lo mejor que pueda»
, dejó escrito el piloto en su cuenta de Twitter. El remate fue que los cuatro puntos recogidos le ponen por delante de su compañero Sebastian Buemi en la clasificación provisional del Mundial.

Fin de semana soñado para un muchacho que por la noche lo celebró en la cabina de una discoteca valenciana con su otra pasión: la música. Se puso a los platos y entregó como disc jockey una sesión de cuatro horas de ritmos electrónicos. Sonidos de Detroit, alejados del house comercial de David Guetta, la estrella del momento, con quien se fotografió el viernes en el circuito antes de que el francés llenase por la noche las 7.000 plazas del Ágora de la Ciudad de las Artes valenciana.

Alguersuari dejó su peculiar sello musical en el Myst, discoteca exclusiva junto al puerto. Puede pinchar una voz de Antonio Molina con el último sonido de «house progresivo»; o una vieja grabación de su abuela con una base electrónica. Ensaya en casa, en un estudio que querrían muchos profesionales. Este verano le esperan en Ibiza. Allí tiene cerradas sesiones en el Ushuaia, el hotel discoteca de moda en la isla y también está en el cartel de Space, un templo de la música electrónica.

Así aparcó la tensión del fin de semana. Los problemas mecánicos que le dejaron el viernes sin participar en los entrenamientos y cómo en la clasificación del sábado se quedó fuera a las primeras de cambio. Todo eso lo olvidó con una carrera sensacional. Toro Rosso apostó por una estrategia a dos parados. Aguantó con los neumáticos blandos las primeras 19 vueltas y no puso los medios hasta la 42. Desde ahí, hasta el final, aguantando la presión de Adrian Sutil con un Force India más poderoso que su coche. «Este resultado es una recompensa para los mecánicos, que se han dejado la piel para solucionar las averías del viernes», dijo el español lleno de orgullo.

Hasta encontró el elogio del director de su equipo, Franz Tost. «Su curva de rendimiento va hacia arriba y creo que vamos a ver más carreras como esta. Ha sido impresionante su forma de defender la posición en las últimas vueltas».

«Jaime, héroe en casa». En grandes letras mayúsculas, el equipo Toro Rosso mostraba con orgullo en su comunicado la que consideran una hazaña de su piloto. Le arropan ahora, aunque el muchacho llegó a desconfiar cuando los rumores sobre su salida estaban disparados. Las críticas volverán si encadena otra mala racha. Tiene mérito el octavo puesto a bordo del coche de la segunda escudería de Red Bull, una estructura que resiste con un presupuesto nueve veces inferior al de la casa madre, y con un coche que, si bien es mejor que los de las tres escuderías del fondo (Lotus, Hispania y Virgin), está un pasito por detrás de otros como Williams, Sauber y Force India. Había motivos de sobra para la celebración.

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